Según la RAE, la palabra comecocos, de manera coloquial, se refiere a una persona o cosa que absorbe los pensamientos o la atención de alguien. Vamos, que básciamente cualquier cosa apodada como comecocos es algo adictivo, algo que nos tiene enganchados. Y ese adjetivo no le queda del todo mal al mítico y divertidísimo Pac-Man, el «viejuno» que hoy os traemos.
Creado en 1980 por Toru Iwatani, de la conocida empresa Namco, Pac-Man es una suerte de arcade de sobra conocidos por todos. Para quién no lo sepa, cosa que dudamos, en Pac-Man controlamos a nuestro amigo que da nombre al juego, representado por un círculo a modo de cabeza que abre y cierra la boca.
Pac-Man irá comiéndose una serie de puntos que están repartidos por cada uno de los laberíticos niveles de los que se compone el juego. Pero, ¡cuidado! Una serie de fantasmas nos persiguen sin descanso, y debemos evitarlos si queremos que nuestra misión llegue a buen puerto. Por suerte disponemos de otros puntos más grandes que nos volverán invulnerables y nos permitirán comernos a los fantasmas, dejándolos K.O. durante un tiempo determinado.
Así pues el objetivo de cada nivel es comernos todos los puntos, evitar los fantasmas y luchar por conseguir la mayor puntuación posible. Además, en cada nivel podemos conseguir una serie de iconos en forma de fruta u otros objetos, que nos darán una jugosa cantidad de puntos.
Por cierto, los fantasmas son cuatro en total y cada uno es de un color distinto. Estos se llaman originalmente Oikake (el rojo, adodado como «cazador»), Machibuse (de color rosa y traducido como «emboscador»), Kimagure (cian y «caprichoso») y Otoboke (el naranja y más «bobo» de todos). Los nombres y apodos de estos personajes tienen versiones alternativas y cambiaron en función de la región del juego, siendo quizá Shadow, Speedy, Bashful y Pokey los más conocidos en Estados Unidos.
Pues bien, una vez resumida la mecánica de Pac-Man vamos a ver de dónde salió esto. Como decíamos al principio fueron los japoneses Namco quiénes estuvieron detrás de todo. El nombre proviene del sonido japonés «paku», que representa el sonido que hacemos cuando abrimos y cerramos la boca, de ahí que Pac-Man haga algo así como «paku, paku» cuando se mueve en el juego.
A causa de ese sonido el nombre inicial del juego, adaptado a lenguas occidentales, fue Puck-Man. Midway, la empresa estadounidense encargada de traer el juego al resto del mundo, decidió cambiarle el nombre y apostar por Pac-Man, que se pronuncia igual que el anterior y es el que todos conocemos. ¿Porqué? Porque si cambias la P por una F te quedaría algo así como Fuck-Man y claro, eso como que no mola.
Nombres aparte, Pac-Man fue un verdadero exitazo en los salones recreativos, amasando pasta a cascoporro. Eso es en parte gracias a una mecánica tan sencilla como el mecanismo de un chupete y a un alto grado de adicción. Esto último es algo que logra que el jugador se pique de lo lindo, metiendo moneda tras moneda para llegar a los niveles más avanzados del juego.
Por cierto, el juego consta de 255 niveles, existiendo un nivel 256 completamente injugable. Esto es debido a problemas de memoria, y es que Pac-Man es verdaderamente simple a nivel de programación. Por este error el juego no tiene un final concreto, simplemente si llegas hasta ahí se acabó lo que se daba. De ahí surgió la idea del juego Pac-Man 256, un título que apareció en 2015 y que sirve como homenaje a uno de los bugs más famosos de la historia de los videojuegos.
Si no que se lo pregunten a Billy Mitchell. Este tío consiguió, el 3 de julio de 1999, llegar hasta el final después de 5 horas y media, alcanzando una puntuación de 3.333.360 puntos. Este record de tiempo fue batido tiempo después, estando el actual en 3 horas y 28 minutos. Esto lo logró David W Race el 22 de mayo de 2013 según la web de Twin Galaxies.
Volviendo al éxito de Pac-Man en los salones recreativos, era inevitable que el juego se adaptara a los dispositivos domésticos. Es difícil encontrar un sistema, ya sea ordenador o consola, que no tenga una versión de Pac-Man en su catálogo de juegos.
Uno de los más famosos es el port que lanzó Atari para su consola Atari 2600. Ese port fue el que en España popularizó la palabra comecocos y se convirtió en el juego más vendido de la consola con más de 7 millones de copias.
Es algo un poco incomprensible en cierto modo. Si bien este cartucho de Atari capta el espíritu del arcade original, siempre teniendo en cuenta las pobres capacidades de la consola, la verdad es que se nota cierta prisa y dejadez. Esto básicamente es así por culpa de la ya legendaria codicia de Atari, a la que le gustaban los trabajos rápidos y rentables. Atari solía comprar licencias de cualquier cosa y con cuatro pixels mal puestos vendía lo indecible, hasta que llegó E.T. The Extra-Terrestrial y se acabó lo que se daba.
El caso es que, como decimos, no existe hoy en día nada sin su Pac-Man. Y claro, después de este exitazo llegaron las secuelas, siendo Ms. Pac-Man, una de las más conocidas. También están Pac-Man Plus, Pac-Mania, Pac-Land, y un larguísimo etcétera, demostrando que este simpático bicho amarillo que come puntos y fantasmas sigue estando de moda.
Y eso es todo por nuestra parte, este es nuestro pequeño homenaje a este cuarentón que ya forma parte de la cultura popular, siendo todo un icono pop que resiste muy bien al paso del tiempo. ¿Vosotros también le habéis dado a Pac-Man? Seguro que sí, y en más de una ocasión.