¿Os acordáis de Super Sprint o de Championship Sprint? Seguro que sí, y si no ya estamos nosotros para recordároslo. Pues bien, esta serie de juegos de carreras de Atari, que comenzó su andadura en el lejano 1976, tuvo una última entrega bastante diferente llamada Badlands y que hoy protagoniza nuestra «zona arcade».
Por si hay alguien despistad@, Super Sprint y su secuela, Championship Sprint, fueron dos grandes recreativas de carreras en las que primaba la velocidad, la simpleza y, especialmente, la diversión. Eran aquellas famosas recreativas con tres volantes que podíamos encontrar en prácticamente cualquier salón arcade de barrio.
Cuatro bólidos se enfrentan en complejos (y a la vez sencillos) circuitos en los que debemos ganar la carrera si queremos avanzar, así de simple. Pues bien, este Badlands es más de lo mismo, pero con una ambientación postapocalíptica, opción para dos jugadores en lugar de tres y algunas opciones más interesantes.
El argumento nos dice que han pasado 50 años desde que se produjo un desastre nuclear. Las carreras son ahora una despiadada batalla entre vehículos armados y tienen lugar en pistas construidas sobre ruinas de la zona nuclear. Esas zonas se conocen como Badlands y en ellas tienen lugar una auténtica guerra sin cuartel por obtener la victoria.
Y eso es lo que nos ofrece Badlands, obra que Atari lanzó en 1989 para las salas arcade, pero también vio la luz tiempo después en los ordenadores más importantes del momento. El juego nos propone carreras de tres vehículos en una ambientación tipo Mad Max y un desarrollo en plan La Carrera de la Muerte del Año 2000. Todo a lo largo de cuatro vueltas por cada uno del os ocho circuitos de los que se compone el juego.
El objetivo es claro. Debemos conseguir la victoria en cada uno de los circuitos propuestos. Si lo logramos volveremos a empezar, y así sucesivamente hasta que pinchemos. De todas formas conseguir esto tampoco es una tarea demasiado fácil, y es que el control de Badlands, y como el de Super Sprint, es bastante sensible y tendremos que hacernos a él. Eso sí, una vez hechos disfrutaremos como enanos.
Las novedades con respecto a sus predecesores residen en apartados como la mejora de los coches. Después de cada carrera ganaremos dinero y eso nos permitirá adquirir mejoras. Existen cinco tipos de características para comprar, siendo estas mejoras para el comportamiento del coche (ruedas, turbo y velocidad) o adquisición de ítems más destructores (misiles) o defensivos (escudos).
Y es que en Badlands podemos destrozar de un pepinazo a nuestros rivales. Esto provocará que nuestro rival pierda un tiempo de carrera precioso mientras un helicóptero acude en su ayuda y lo devuelve a la carrera sin un rasguño. Por supuesto los vehículos enemigos también nos podrán atacar.
Otras novedades se encuentran en los circuitos. Si bien en los anteriores juegos ya existían elementos como los atajos, Badlands va un poco más lejos. En algunos circuitos podemos destruir ciertas partes del escenario y crear nuestros propios atajos. Incluso podemos destrozar otros elementos para molestar a nuestros rivales, creando manchas de aceite u obstáculos que los ralentizarán, consiguiendo un grado de interactividad con los escenarios bastante simpático.
También hay rampas, puertas o trampas que nos pueden hacer perfectamente la puñeta durante las carreras. Vamos, que en Badlands hay que andar con mucho ojo durante las carreras si no queremos morder el polvo.
El nivel de detalle de los escenarios no está nada mal. Su ambientación decadente está bastante lograda y la interactividad con ellos es todo un plus. Los vehículos son bastante sencillotes, pero se mueven con una suavidad genial, muy en la línea de Super Sprint, algo que casa perfectamente con la jugabilidad y el espíritu del juego. Por otra parte, a nivel sonoro, Badlands no destaca demasiado, ofreciendo los mismos efectos sonoros que sus precedesores con unas melodías simplonas.
Claro está a nivel jugable es otra historia. Esa sensibilidad en el control de la que hemos hablado antes es toda una seña de identidad del juego. Los coches se controlan estupendamente, especialmente si jugamos con el volante original, cosa que desgraciadamente no está a nuestro alcance. Solo hay que tener un poquito de práctica si queremos ser unos hachas en estas competiciones tan feroces.
Como indicábamos al principio, Badlands apareció en varios ordenadores domésticos. Tengen, filial de Atari, a través de los británicos Domark, lanzaron ports para Amiga, Atari ST, Commodore 64, Amstrad CPC y ZX Spectrum en 1990.
Los juegos de Atari ST y Amiga son muy similares a la recreativa y ambos de juegan muy bien. Por el contrario ZX Spectrum y Amstrad CPC recibieron los peores ports, con gráficos muy sencillos y pocas sensaciones parecidas al original. El de Commodore 64 está en medio, con unos gráficos feotes pero un control decente.
Años después Midway lo editó en el recopilatorio Midway Arcade Treasures 3 aparecido en 2005 para sistemas más recientes. GameCube, PlayStation 2 y Xbox recibieron en esta recopilación un port de Badlands clavado al original junto a otros juegazos de carreras como Super Off Road o San Francisco Rush.
Badlands es, en definitiva, una dignísima conclusión de la saga Sprint de Atari. Acción rápida sin complicaciones, con un control muy bueno pero algo exigente al principio, y toda la diversión posible. Por supuesto se disfruta mucho más junto a otro competidor, pero eso ya se da por sentado. Sin duda alguna merece la pena dedicarle unas partidillas.
Que horror las conversiones de CPC y Spectrum, la de Commodore 64 tiene unos gráficos no muy logrados pero resultones. En cualquier caso un juego muy divertido al que no le hubiese venido mal una conversión a consola de 16 bit.
Pues sí, una consola como Mega Drive hubiera acogido perfectamente un juego así. Le viene como anillo al dedo.