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Camelot Warriors, historias viejunas sobre caballería

Si osas franquear la puerta del misterio olvida todo lo que conoces, porque te internarás en un viaje sin retorno. Mundos pasados y futuros, magia negra, trampas ocultas. Aprieta la espada con tus puños y nunca, nunca eches la vista atrás. Y así de épica era la descripción de la bonita carátula que acompañaba a la cinta de Camelot Warriors.

Se trata de un título mítico de la llamada Edad de Oro del Software Español. Creado por Dinamic Software en 1986, Camelot Warriors tuvo versiones para Amstrad CPC, ZX Spectrum y MSX. La de Commodore 64 que, por lo que hemos visto, apareció un año antes, en 1985, es obra de Opera Soft. Por cierto, fue creado por Víctor Ruiz, fundador de la propia Dinamic.

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Aznath, el mago, nos espera junto a su caldero para hacer su magia. ¿Qué le tendremos que dar?

Estamos ante un título de acción y plataformas, con un desarrollo muy en la línea de lo que nos ofrecían este tipo de lanzamientos. Nosotros controlamos a un joven guerrero que debe escapar del mundo en el que se encuentra. Para ello debemos alcanzar ciertos objetos del futuro con los que pasar de fase.

El primero de ellos es «el fuego que no quema», que no es más que una bombilla con la que nos convertiremos en rana. Luego iremos a por «el espejo de la sabiduría», que en realidad se trata de un televisor. El tercero es «el elixir de la vida», que es un extraño brebaje refrescante y con burbujas de cierta marca registrada. Por último está «la voz de otro mundo», objeto que debemos entregar al Rey Arturo y que se trata de un simple teléfono.

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Solo podremos esquivar a ese bichejo rosa si saltamos, no hay otra forma

Y con esta premisa, nuestro héroe se moverá por el mundo de Camelot Warriors, que está formado por un mapeado abierto que recorrer en un orden concreto. Y para ello podremos movernos de izquierda a derecha, además de saltar y ejecutar un buen tajo con nuestra espada. Sencillo, ¿verdad? Ni de coña.

Camelot Warriors es un juego que predica muy bien con aquello del ensayo y el error. Dispondremos de cinco vidas (diez en el caso de otras versiones) y con ello tendremos que recorrer todas las pantallas del juego. Moriremos, muchas veces, pero aprenderemos a colocarnos donde nos corresponde, y todo a base de morir, morir y morir más. Que sí, que en diez minutos lo rematamos, pero para llegar a ese punto hay que morir mucho.

Esto también es por culpa del tosco control que presentaban estos juegos. Los saltos no se pueden controlar, si pulsamos la tecla de salto (la letra Q, habitualmente) nuestro amigo saltará hacia adelante con una única animación. Olvidaros de controlar la potencia del salto y todas esas moderneces, esto es así. Y lo mismo ocurre con los espadazos.

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¡Albricias! Una bombilla de lo más normal aparece frente a nosotros

Sobre esto último, la espada, solo nos sirve para determinados tipos de enemigos. En Camelot Warriors solo podremos acabar con los enemigos que tenemos a nuestra altura. Otros no los alcanzaremos y tendremos que esquivarlos a base de saltar. No se controla mal en términos generales, pero hay que acostumbrarse. ¡Ah! Que no se nos olvide mencionar que todo lo que se mueve te mata de un golpe, así que avisados estáis.

La versión a la que hemos estado jugando es la de Amstrad CPC. Presenta un apartado gráfico colorido, con más resolución horizontal de la habitual y un movimiento bastante suave que, a veces, se ralentiza ligeramente cuando hay bastantes elementos en pantalla, pero esto no es ningún problema.

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Convertidos en una rana gorda es hora de bucear un ratejo

Los personajes no están para nada mal diseñados y hay variedad de enemigos. Por otro lado, en el mapeado general del juego las cuatro áreas de las que se compone son bastante reconocibles. Iremos de un bosque al fondo de un río y pasaremos de una gruta al castillo del Rey Arturo. Y para finalizar, recibiremos una sorpresa que los más viejales del lugar sabrán apreciar, pero para eso hay que, repetimos, morir mucho.

El sonido de Camelot Warriors no destaca mucho Está compuesto básicamente de efectos de sonido a base de pitidos y cosas así. Sin embargo, existe una melodía en el menú principal del juego que es una adaptación del clásico irlandés Scarborough Fair que ha sido versionado infinidad de veces. Una melodía muy apropiada para la ambientación de este juego.

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Arriba las versiones de MSX y ZX Spectrum, y abajo la de Commodore 64 con su sprite modificado

Como decimos, nosotros hemos disfrutado de la versión para Amstrad CPC, que es la más colorida, pero las demás también son dignas de mención. Como de costumbre, ZX Spectrum y MSX comparten apartado gráfico y quizá sean algo más rápidas que el juego para Amstrad. Por último, el título de Commodore 64, que también se mueve y se juega bien, cambia el sprite del protagonista por un caballero con armadura y casco.

Todo un clásico del software español. Camelot Warriors es un juego mitiquísimo, muy jugado en su día y que cosechó bastante éxito, convirtiéndose en esos juegos que siempre salen a relucir en las tertulias sobre videojuegos de cuando éramos pequeños. Todo un desafío que, junto a una bonita carátula, obra del eterno Alfonso Azpiri, nos hizo vivir aventuras medievales frente al teclado de un Amstrad o un Spectrum.

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