- Compañía: Konami
- Año: 1991
- Género: Acción
- Plataformas: Arcade, Mega Drive, Super Nintendo
Los 90 fueron una época muy productiva para Konami en las salas de máquinas. Las Tortugas Ninja fueron su buque insignia entre otros grandes juegazos como por ejemplo Sunset Riders, el juego del que hoy vamos a hablar, y para ello nos vamos a trasladar al salvaje oeste, una época convulsa y violenta en la que había mucho cuatrero y la gente manejaba las pistolas como quien comía pipas. ¡Desenfunda y dispara vaquero!
En Sunset Riders podemos escoger a uno de los cuatro protagonistas del juego. Estos son Steve (el típico pistolero americano), Billy (otro pistolero, pero más hortera), Bob (este carga un rifle y es más fuerte) y Cormano (un mexicano con una escopeta muy letal). No hay mucha diferencia entre los personajes salvo que Steve y Billy son más rápidos y Bob y Cormano los más fuertes. Estos cuatro guerreros del oeste tienen que irse haciendo cargo de una serie de forajidos muy buscados, a los que al comienzo de cada fase se los representa con el típico cartel de «se busca» con su correspondiente recompensa en metálico.
El desarrollo de Sunset Riders es bastante variado. Iremos a pie por las calles del típico pueblo del oeste, disparando a todos nuestros enemigos, recogiendo ítems y enfretándonos a todo tipo de situaciones disparatadas muy propias de la época hasta llegar al temido jefe final. Debemos esquivar a una manada de toros en estampida, iremos a lomos de un caballo disparando a un tren o a una diligencia, e incluso debemos tener cuidado con el típico rastrillo para recoger paja que nos dará una buena tunda si lo pisamos (como el Actor Secundario Bob en cierto capítulo de Los Simpson). Así a lo largo de 8 fases en las que debemos enfrentarnos a la banda de Paco Loco y al jefazo de todos ellos: el malvado Sir Richard Rose, todo un cacique del lejano oeste.
Por el camino recogeremos ítems que nos darán más potencia de disparo o disparo doble, dinero extra, entraremos por alguna que otra puerta para recibir una cariñosa recompensa a costa de alguna bella cortesana despistada, treparemos por los tejados de las casas, por cuerdas y otros obstáculos, y tendremos que tener cuidado con las decenas de peligros a los que nos somete el juego, esquivando disparos a diestro y siniestro, dinamita, fuego y otras sorpresas más que nos depara Sunset Riders. También hay espacio para las fases de bonus en las que tendremos que disparar en primera persona a otros forajidos casposos.
Todo el sabor del salvaje oeste impregna a esta gran producción de Konami. Sus gráficos son muy buenos, muy en la línea de lo que nos ofrecía esta compañía en aquella época. Efectos de sonido muy contundentes y una bandar sonora muy buena y muy apropiada que acompaña al frenético ritmo del juego. Jugablemente también es la bomba, con un botón para disparar y otro para saltar, e incluso existe la posibilidad de jugar con los cuatro personajes al mismo tiempo, dependiendo claro está del tipo de mueble de recreativa que tengamos delante de nuestras narices.
Como siempre, un juego de este calibre tuvo bastante éxito en las salas de máquinas, así que aparecieron un par de juegos para consolas. Se pudo ver Sunset Riders para Mega Drive y Super Nintendo, que hicieron su aparición algo más tarde, en 1993. La versión de Super Nintendo es muy buena, captando completamente la esencia de la recreativa original (con la correspondiente censura, nintendera, claro) y con un apartado técnico muy similar. La de Mega Drive, en cambio, es bastante inferior. El diseño de los niveles y el apartado técnico no se supieron plasmar debidamente en la consola de Sega, e incluso desaparecieron dos de los cuatro personajes originales.
Sunset Riders ofrece una interesante propuesta cargada de acción y llena de clichés de las películas de vaqueros. Una gran ambientación combinada con un apartado técnico muy bueno, gran jugabilidad y diversión por todas partes. Los jefes de fin de fase son toda una locura y su dificultad es bastante ajustada para tratarse de un arcade en toda regla. Viajar al salvaje oeste nunca fue tan divertido.