Un ficticio mundo gótico está en peligro. Sus seis reinos han sido asolados por terribles criaturas de la noche, de maldad infinita y sedientas de sangre. Menos mal que para detener esta barbarie está el temible guerrero Bathoryn que, armado con su poderosa espada, limpiará su hogar de tan terribles criaturas. Y lo hará en Slain: Back from Hell, el título de plataformas que hoy protagoniza nuestro «retroderno».
La primera versión del juego simplemente se llamó Slain! y fue lanzado a principios de 2016 gracias al kickstarter para Steam. El juego fue un despropósito de los pies a la cabeaza, mal equilibrado y plagado de fallos. Por suerte, Wolf Brew Games, sus creadores, pulieron el juego y unos meses después lanzaron esta versión mejorada llamada Slain: Back from Hell, para diferentes plataformas. Nosotros lo hemos jugado en PC.
Como decimos, Bathoryn, el protagonista del juego y cuyo nombre posiblemente venga de la terrible condesa de Bathory, hará frente a todo tipo de monstruosas criaturas. Lo hará en un juego muy de la vieja escuela que combina plataformas y acción, muy en la línea de los antiguos juegos de la saga Castlevania. Además la ambientación también es similar, con toques muy oscuros y macabros, siendo un juego con una carga gore bastante alta. Eso sí, todo muy pixelado.
Bathoryn, cuyo aspecto puede recordar al tipo que te daba de beber en tu bar heavy favorito de toda la vida, es un tío muy bruto. Armado con una poderosa espada, nuestro amiguete irá poco a poco heredando ciertos poderes que lo harán cada vez más poderoso. Básicamente podremos saltar y atacar con la espada, todo con un sistema de combate un tanto simplón, pero también haremos uso de la magia.
Para el tema de la magia contaremos con un medidor de poder, que iremos rellenando de diferentes maneras. Con ello podremos lanzar proyectiles de distintos tipos para dañar a nuestros enemigos. Los hay de hielo o de fuego y podemos lanzarlos, bien como ráfagas rápidas, bien como ráfagas más potentes dejando pulsados uno de los botones del mando.
Además, si dejamos pulsado el botón de disparo durante un tiempo, nuestro héroe cargará y lanzará un poderoso ataque con la espada. Este ataque es especialmente útil contra enemigos más duros, pues generalmente con dos así los despachamos perfectamente. Por cierto, al ejecutarlos aparece la silueta de un lobo muy chulo cuyo aspecto podremos adoptar en ciertos momentos del juego.
Como decíamos antes, en Slain: Back from Hell, tendremos un desarrollo muy plataformero. Solo tendremos que avanzar y luchar contra todo lo que se mueva hasta llegar al siguiente punto de control. Estos puntos de control, en los que recuperaremos vida y magia, están repartidos por diferentes puntos de cada escenario y, si nos matan, cosa muy habitual, volveremos a empezar desde ese último punto. Nos pueden matar las veces que queramos porque no contamos con un número de vidas finito como en otros juegos del mismo estilo.
¿El problema de todo esto? Pues que el juego peca bastante de ser muy lineal y repetitivo. Sí, habrá ocasiones en las que tendremos que activar algún que otro interruptor o matar a un número determinado de enemigos para poder avanzar, pero esto añade poca profundidad. Se hubiera agradecido algún tipo de inventario con armas y hechizos, pero es que aquí no hay ni objetos para recoger.
Por otra parte los enemigos son bastante variados. Cada uno de los mundos está poblado por criaturas diferentes. Encontraremos zombies, fantasmas, hechiceros o criaturas más monstruosas, habiendo un poco de todo. Habrá enemigos sencillos, otros un poco más complicados, la típica tanda de enemigos voladores y un cuarto grupo con enemigos de tamaño generoso, capaces de masacrarnos con un par de ataques.
También hay jefes finales. Estos, como de costumbre, son bastante más duros de pelar que los enemigos normales. Están muy bien realizados, con un estilo muy pixelado que nos encanta.
Y hablando de pixels, que para eso este tugurio se llama Pixelmaniacos, vamos con los gráficos del juego. Este es sin duda uno de los puntos fuertes de Slain: Back from Hell. Todo está realizado teniendo en cuenta lo que veíamos en consolas como Super Nintendo o Mega Drive, con «pixel art», tanto en los personajes como en los escenarios.
Aunque el aspecto gráfico es 100% clásico, también hay espacio para efectos gráficos más elaborados. El trabajo realizado en efectos especiales como la niebla o el fuego es sensacional. Y si ya lo mezclamos con esos maravillosos píxeles el resultado es para enamorarse.
Pero cuidado, aunque el apartado gráfico es flipante, el sonido también está a la altura. Los efectos sonoros son normalitos, no destacan en nada, lo bueno está en la banda sonora. Si os gusta el heavy, que por aquí nos encanta, alucinaréis con los temas creados por Curt Victor Bryant. Este tío fue un antiguo componente de la banda suiza de metal extremo Celtic Frost, grupo actualmente inactivo. Y es que la música pega de cine con esa ambientación «heavy-gótica», cuyo conjunto es sin duda lo mejor de este título.
Tal y como habíamos mencionado antes, Slain: Back form Hell es bastante lineal. A este problema se une un control muy sencillo, demasiado, con muy poca profundidad, además de una dificultad bastante elevada. Esto último hará que pronto aparezca en pantalla la palabra «slain», que significa «asesinado» y que da título al juego. Con todo esto es posible que acabemos aburriéndonos pronto, aparte de que no hay alicientes para rejugarlo.
La versión pulida del juego, la que estamos comentando, no solo apareció en PC. También se lanzó para PlayStation 4, PlayStation Vita y Xbox One, además de Nintendo Switch, que recibió una tardía conversión a finales de 2017. Lo normal es jugarlo como descarga digital, pero existen ediciones especiales en formato físico para todos los sistemas menos PC y Xbox One. Estas versiones fueron obra de Merge Games y Digerati Distribution, quién se encargó también de la distribución digital del juego.
Y nada más. Este Slain: Back from Hell no es un mal título. Su apartado técnico, con pixelotes y musicón a tope, es todo un acierto que choca con la simplicidad general del juego y un alto nivel de dificultad, además de otros fallitos. Sí, es acción y plataformeo a la vieja usanza, pero deja un sabor agridulce, dando la sensación de que se podría haber hecho más. No obstante merece la pena echarle un tiento, especialmente si os gustan este tipo de juegos.