Permitidme cambiar por una vez la temática de la web y dejar los videojuegos a un lado para centrarme en otra de mis pasiones: los cómics. Como muchos aficionados sabréis, el pasado sábado 15 de julio de 2023 nos dejaba Francisco Ibáñez, uno de los autores de cómics españoles más importantes de todos los tiempos.
¿Qué quién es Ibáñez? Para quién no lo sepa, Francisco Ibáñez, nacido en Barcelona, fue el creador del cómic español por excelencia: Mortadelo y Filemón. Pero no solo de Mortadelo y Filemón trata la obra del gran maestro del tebeo, otros personajes como Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio, El Botones Sacarino o las míticas tiras de 13 Rué del Percebe alegraron la infancia de los miles de españolitos que disfrutábamos de sus desventuras.
Aprovechando este hecho vamos a sacar de su letargo a una de las secciones perdidas de este blog: el abuelo. Esta sección olvidada, que solía utilizar para contar “batallitas” o dar mi opinión sobre algún que otro tema, sirve perfectamente para dar un último adiós a este genio del tebeo. A un hombre que nunca dejó de trabajar, que no se despegó de su lápiz hasta su último aliento.
Nunca he sido muy aficionado al deporte. De pequeño salía con mis amigos a la calle a jugar, pero había veces que preferían dar patadas a una pelota, y eso no iba conmigo. A mi lo que me gustaba es quedarme en casa, coger un tebeo de Mortadelo y Filemón y pasar la tarde riéndome a carcajadas con la pareja de agentes secretos más chapucera de la historia. Vale, también me acompañaban gente como Zipi y Zape, Astérix y Obélix o Superlópez, pero Mortadelo y Filemón eran otro mundo.
Ese gusto por el detalle que Ibáñez desplegaba en cada página era algo verdaderamente admirable. Siempre veías alguna colilla en el suelo, cosas como un tipo con jorobas en la puerta del fondo o la típica tela de araña en la esquina de una viñeta. Algo tan loco como una berenjena sobre una mesa o un perro haciendo sus necesidades a dos patas solo eran posible con Ibáñez. Las páginas de Mortadelo y Filemón están plagadas de detalles, y en cada lectura descubres algo nuevo.
Esto, unido a una locura de argumento, muchas veces ligado a algún invento raruno del Profesor Bacterio, a alguna banda de maleantes con nombre cachondo o cualquier evento deportivo, me resultaba fascinante desde bien pequeño. Mi amor a la lectura y a los cómics no sería lo mismo sin estos personajes.
Pero esta obra cumbre de Ibáñez también ha tratado temas de actualidad. Política, economía, hechos históricos o ciertas situaciones de la vida diaria también han estado plasmadas en las miles de páginas de estos personajes. La forma de mostrar temas tan delicados como la corrupción política es digna de admiración.
Con palabras como “colodrillo”, “sapristi”, “trolebús”, “merluzo” o “burricalvo”, que ya forman parte de nuestro lenguaje, Ibáñez evitaba usar palabras malsonantes o “palabrotas”. Con esto demostraba que para hacer un buen chiste no es necesario faltar a nada ni a nadie. Que se puede hablar de cualquier tema de actualidad sin que nadie se sienta ofendido. Todo lo contrario. Ibáñez también era muy aficionado a reírse de sí mismo, y esto se notaba en sus numerosas apariciones en las páginas de sus propias creaciones.
Y no debemos olvidar esos bocadillos repletos de dibujos que plasman una serie de insultos fuertes sin serlo. Rayos, truenos o caracteres chinos nos servían para escenificar las blasfemias que el Súper soltaba a sus dos agentes secretos en cada grotesca carrera. Carreras que por otro lado podían acabar en lugares tan remotos como Pernambuco, Tegucigalpa o Sebastopol. Ibáñez siempre buscaba palabras que tuvieran una fuerte sonoridad, y estas ciudades le venían muy bien en sus escenas.
Los Juegos Olímpicos, los Mundiales de Fútbol u otros eventos deportivos como El Tour de Francia o las carreras de Fórmula 1 también tenían a este par de cuadrúpedos detrás, siempre dispuestos a liarla pardísima. Sin olvidar tampoco importantes cumbres entre representantes políticos de varios países, llegando incluso a ser responsables de grandes conflictos internacionales a gran escala. Tampoco hay que olvidar esa manía que Mortadelo tiene por el actual rey Carlos III del Reino Unido. Esos ataques a sus orejas son ya marca de la casa.
Obras como El Sulfato Atómico, Valor y… ¡Al Toro! o El Caso del Bacalao son auténticas joyas del cómic patrio. Mortadelo y Filemón ha sido el mayor éxito de este hombre, importándose a otros países como Alemania, donde han tenido siempre un gran éxito.
Pero tampoco queremos olvidar a otros personajes menores. A los que ya mencionamos en el segundo párrafo debemos añadir a Tete Cohete, Chicha Tato y Clodoveo o la Familia Trapisonda por citar solo a algunos de los menos conocidos.
Solo quería añadir, para terminar, que el legado que ha dejado este genio del cómic es portentoso y es algo que perdurará para siempre. Muchas gracias por todo, maestro, buen viaje estés dónde estés. Gracias por darnos algunos de los mejores momentos de nuestra vida. Lo único que lamento es no haberte conocido en persona. ¡Gracias por todo Francisco Ibáñez!
Aquí lo conocimos por Mortadelo y Filemon. Muy buenos eran esos comics.
Curioso. Suponía que de haberse lanzado algo de Ibáñez en Latinoamérica era Mortadelo y Filemón, pero la verdad es que lo desconocía.