Irem, creadores del fastuoso R-Type, tienen un currículum de shoot ‘em up verdaderamente envidiable. Otra buena prueba de su buen hacer es este original Dragon Breed, una recreativa cargada de magia, bicharracos por doquier, una buena factura técnica y, por supuesto, una dificultad aplastante que ya es marca de la casa.
En Dragon Breed, aparecido en 1989 en el mercado de las recreativas, encarnamos al Rey Kayus, soberano del Imperio Agamen a la temprana edad de 15 años. No satisfechos con esto, sus enemigos despertaron a Zambaquous, Rey de las Tinieblas, quién corrompió el antaño luminoso Reino de Agamen. Ahora Kayus, acompañado de su fiel dragón Bahamoot, desterrará a esta oscura amenaza para siempre.
Y de eso va Dragon Breed, de un rey con su dragón, de uno de los shoot ‘em up más originales de aquella época. Esto es porque el dragón Bahamoot da muchísimo juego a lo largo de nuestro periplo al servirnos como escudo protector, entre otros usos. Bahamoot es indestructible, pero Kayus no lo es, por lo que debemos ser siempre muy cautos.
A lomos del dragón, Kayus irá potenciando su disparo, obteniendo mejoras siempre que recojamos ciertos ítems. Estas mejoras no son solo para el jinete, Bahamoot también puede ejecutar un fuerte disparo con su aliento de dragón (dejamos pulsado el botón de disparo y lo soltamos al cabo de un par de segundos), cambiando de color en función del tipo de disparo que tengamos en ese momento.
Combinando los ataques de Kayus y el poder destructivo y defensivo de Bahamoot podremos nos convertiremos en la mayor amenaza de nuestro reino. Por supuesto, conviene practicar los movimientos del dragón si queremos llegar a buen puerto, protegiendo a nuestro rey en todo momento, poniéndonos como escudo frente al incesante fuego enemigo. Claro está, esto no es ningún camino de rosas y los disparos enemigos siempre encontrarán algún hueco que nos haga perder una vida.
Este es el motivo por el que hemos dicho al principio que la dificultad de Dragon Breed es alta. Ya sabéis, es un juego de Irem, y la dificultad de sus juegos es muy famosa entre los aficionados al género. Pero no conviene desesperarse, la gran jugabilidad que atesora el juego y sus interesantes mecánicas convencen desde el principio.
Uno de los apartados más curiosos de este matamarcianos es que hay momentos en los que podemos abandonar nuestra montura. Kayus puede bajarse del dragón y plantarse sobre alguna plataforma mientras despejamos la pantalla de enemigos. Mientras tanto, Bahamoot permanecerá sobre nosotros como si se tratara de un paraguas «dragoniano».
Cambiando de tema, el diseño de personajes y escenarios es una verdadera maravilla. Irem siempre fue una compañía que manejaba el «pixel art» como nadie, y Dragon Breed no es ninguna excepción. Destacan los jefes de fin de fase, grandes y peligrosos como de costumbre, moviéndose por escenarios mágicos llenos de color. Todo con un estilo que recuerda mucho a R-Type, pero notándose el paso del tiempo entre un juego y otro. Una pasada.
La música también merece alabanzas. Tiene un ritmo trepidante que va perfectamente con la acción sin descanso de este shoot ‘em up. Al igual que los efectos sonoros, que resultan contundentes y efectivos en todo momento. Un diez para Irem tanto en lo gráfico como en lo sonoro.
Por supuesto también tenemos que poner un diez a la jugabilidad de Dragon Breed. El control es sencillo y suave, con un manejo del dragón preciso en todo momento, pudiendo moverlo con soltura en cualquier situación. Además, pese a la intensidad del combate y al número de enemigos en pantalla, el juego no se resiente en ningún momento. Es para verlo.
Lamentablemente Dragon Breed no cosechó tanto éxito como otras franquicias de Irem. Fue eclipsado por otros títulos del género y pasó un poco desapercibido entre la inmensa cantidad de competencia que había en aquella época. A pesar de todo fue trasladado al mundo de los ordenadores con bastante acierto por parte de Activision.
Amiga y Atari ST recibieron sendos ports bastante majos que aprovechaban la potencia de estos dos ordenadores de 16bit. El juego para Amiga destaca por su suave scroll y sus gráficos coloridos, además de un control bastante bueno. En Atari ST todo es mucho más brusco, pero Dragon Breed sigue siendo disfrutable. El arcade salió bastante bien parado en estos dos casos.
Luego están las versiones para ordenadores de 8bit. En Commodore 64 se beneficia del scroll suave que ofrece este ordenador, eso sí, con una importante cantidad de parpadeo por parte del dragón, pero sin afectar mucho a una buena jugabilidad. En Amstrad CPC y ZX Spectrum estamos ante prácticamente lo mismo, con un desarrollo más lento que afecta mucho al control en general. Sin duda, R-Type salió mucho mejor parado (pero muchísimo más) que estos dos ports de Dragon Breed para CPC y Spectrum.
Lo que decimos. Dragon Breed es una maravilla en todos lo sentidos. Un arcade original, llamativo en todos los aspectos y muy desafiante. No es el mayor éxito de Irem pero sí uno de esos juegos que mereció más atención y repercusión. ¿No lo conocéis? Sin duda os estáis perdiendo uno de los mejores matamarcianos a los que se pueden jugar en recreativas.
Tenia idea de haber jugado un juego parecido en SNES o Sega Genesis. Seguramente es un juego que se le parece, porque recuerdo haber visto otro shoot’em up en donde también manejabas un dragón.
A lo mejor te refieres al infame Syvalion de Taito, que también salió en Super Nintendo y no hay por dónde cogerlo. Por suerte este no tiene nada que ver.
Si, ese mismo es. Lo busque por internet y, si, le diste al clavo. ¿Tan malo es? No me lo pareció tanto.
En su momento, aquí en España, se le atacó mucho a la versión de Super Nintendo. Al arcade no recuerdo haber jugado nunca, pero a la versión de Super Nintendo sí y personalmente me parece bastante malo. Me lo apunto para hacerle una review en algún momento.