Ya hemos hablado alguna vez en Pixelmaniacos.com de Atari y de su consola Jaguar. Hoy hablaremos de la Lynx, una consola portátil muy potente que nació para competir con Game Boy y Game Gear y que acabó finalmente ocupando el tercer puesto en la batalla de las consolas portátiles de los 90. Se ve que a Atari le gustaba el tema de los felinos, pues Lynx (lince para los no angloparlantes) fue el nombre elegido para este sistema de videojuegos.
El asunto comienza en 1987 cuando Epyx, compañía muy popular en la época por juegos como California Games, comienza a fabricar una de las primeras consolas portátiles de la historia bajo el nombre de Handy. Puesto que Epyx tiene dificultades para lanzarla al mercado, recurre a Atari, compañía que se hace con los derechos de la futura Lynx y comienza los preparativos para ponerla a la venta. Dos años más tarde, en 1989, Atari Lynx se pone a la venta.
El poderío de la consola queda patente desde el primer momento, pues nunca se había visto tal despliegue de virguerías técnicas en una consola portátil. Atari Lynx dejaba técnicamente por los suelos a la Game Gear de Sega, y no hablemos de la Game Boy de Nintendo, ya que era capaz de realizar rotaciones y zooms, todo gracias a una arquitectura gráfica de 16bit muy superior a lo que ofrecía la competencia.
Esto sin duda le pasó factura. Para que Lynx pudiera hacer todas estas cosas la consola era extremadamente grande para tratarse de una consola portátil (es decir, que Lynx era como un portaaviones, y casi te hacían falta manos para cogerla), y no hablemos del consumo de energía, imposible jugar con pilas, que se agotaban pronto, algo que reducía sin duda su portabilidad. Estos dos motivos fueron sin ninguna duda claves para el éxito de la consola.
A esto hay que unirle que por aquel entonces Atari no tenía muy buena reputación por culpa de algunos fracasos de su pasado, que la consola no contaba con un suficiente apoyo de las compañías de videojuegos (algo que sin duda repercutió en el catálogo de la consola), y que muchos tachaban a los pocos videojuegos que tenía de malos e injugables (que conste que en esto último no estoy muy de acuerdo), estaba claro que el futuro de Atari Lynx no sería muy prometedor. Por si fuera poco la campaña de publicidad que Atari le dio a su consola fue casi anecdótica mientras que Game Boy y Game Gear llenaban páginas de publicidad en la prensa especializada.
Para salvar un poco los muebles Atari decidió rediseñar la consola lanzando un modelo llamado Lynx II. Lynx II contaba con un tamaño menor y una mayor autonomía, pero cuando salió al mercado ya era demasiado tarde y la gente ya no se sentía atraída por el poder del lince portátil, así que a principios de los 90 dejó de fabricarse y eso llevó a Epyx a la ruina más completa, pues cerró sus puertas en 1993 por culpa, en mayor parte, de este fracaso, porque Atari volvió a hacer de las suyas dejando con el culo al aire a una de las empresas más conocidas por los usuarios de ordenadores.
¿Y qué pasa con los juegos? Aunque escaso, el catálogo de Lynx era muy bueno. Contaba con verdaderas joyas que mostraban todo el poder de la consola, especialmente los juegos programados por la propia Epyx. Tenemos por ahí California Games, Shadow of the Beast, Blue Lightning, Todd’s Adventures in Slime World, S.T.U.N. Runner, Kung Food, Pac-Land o Toki entre otros. Por otra parte, algunos como el cutreport de Ninja Gaiden III o el infame Pit-Fighter son para llorar de pena, juegos que no hacen justicia al catálogo que Lynx que, como ya dije al principio, no era tan malo como algunos pensaban.
Pues bueno, aquí tenemos otro batacazo de Atari que se suma ya a una larga lista de fracasos de la compañía. Una pena, pues Lynx era una consola con unas capacidades técnicas extraordinarias y con muchísimo potencial, pero como ya hemos señalado esto representó tanto su mayor virtud como su mayor problema. Es lo que pasa siempre con sistemas que quieren adelantarse a su época y que al final eso se paga muy caro.