Al margen de todas las conversiones «chibis» de los ases de la lucha de Neo Geo que se lanzaron en Game Boy, tipo Samurai Shodown, World Heroes 2 Jet o The King of Fighters 95, y otras cosillas como la conversión de Battle Arena Toshinden, la portátil de Nintendo también ha tenido hueco para otro tipo de juegos de lucha con un aspecto más adulto. Este es el caso de Raging Fighter.
Raging Fighter (Outburst en Japón) es un juego de lucha uno contra uno desarrollado y producido por Konami, que fue lanzado en exclusiva para Game Boy en 1993. Como decimos, Raging Fighter se aleja de lo realizado por Takara y sus conversiones de Neo Geo y nos ofrece un juego de lucha con un aspecto más serio. De hecho, una de sus grandes bazas es el tamaño de los luchadores.
Tao, Vandal, Aska, Bulk, Miyabi, Rouh y Shades son los seis luchadores que se partirán las caras en este cartucho. Cada uno cuenta con su propio repertorio de movimientos y técnicas especiales, aunque algunas de ellas se repiten con algunos personajes. Game Boy, al tener solo dos botones, limita un poco la ejecución de los ataques, usándose un botón para los puñetazos y otro para las patadas.
A pesar de estas limitaciones en el control, podemos ejecutar diferentes tipos de movimientos. Por ejemplo, si combinamos el botón de patada con la cruceta hacia adelante daremos un tipo de patada, si la combinación es con la cruceta hacia arriba, la patada será diferente, y así con todo. Por lo demás, las técnicas especiales se realizan como en cualquier otro juego de lucha de tipo Street Fighter, aunque no están muy bien implementadas y resulta difícil ejecutarlas.
El resto de combinaciones de movimientos de Raging Fighter son las de siempre. Usamos la cruceta para saltar y también para defendernos si pulsamos hacia atrás. Vamos que, como decimos, el juego se acerca más al esquema de Street Fighter que al de otros títulos como Mortal Kombat. Como sabréis, en el sangriento título de Midway hay que usar un botón para cubrirse.
En Raging Fighter tenemos tres modos de juegos a nuestra disposición. El modo para un jugador dispone de un modo de entrenamiento y un modo torneo. En este último, escalaremos una torre en la que nos enfrentaremos a todos los personajes del juego. Al final nos espera Guilga, un tipo de aspecto parecido a Vega de Street Fighter II que ejerce de jefe final. ¿El problema de Guilga? Que luego resulta que es nuestra sombra, es decir, que lucharemos contra nosotros mismos, lo que nos deja un poco chafados, la verdad.
Luego tenemos el modo historia, que de historia tiene más bien poco por no decir nada. En realidad se trata de un modo de supervivencia en el que tenemos a tres personajes en nuestro poder. Con estos tres personajes intentaremos derrotar a los otros tres que quedan. Y de propina nos tendremos que enfrentar a Guilga.
La particularidad de este modo reside en que, tras derrotar a un oponente, lucharemos contra el siguiente contando con la energía que nos ha quedado del combate anterior. Esto quiere decir que es fácil morder el polvo si no andamos con cuidado. Claro está, cuando derroten a nuestros tres personajes se acabó lo que se daba.
Para terminar, Raging Fighter dispone del típico modo «versus» para dos jugadores. Para este caso tendremos que tener dos Game Boy, dos juegos y un cable link conectado entre las dos consolas. También ofrece diferentes niveles de dificultad en función del desafío que estemos buscando. Esto está bien porque al principio se puede hacer algo duro, pero una vez que le cojamos el truco la experiencia será mucho más satisfactoria.
Los gráficos de Raging Fighter son de lo mejorcito en cuanto a juegos de lucha en Game Boy se refiere. Konami, que nunca ha destacado por ofrecernos títulos de lucha memorables, hizo muy buen trabajo al crear personajes grandes y bien animados. Estos se mueven estupendamente por la pequeña pantalla de Game Boy, con una cantidad de frames más que decente, muy superior a los de la posterior adaptación de Street Fighter II a esta consola.
La pega es que el diseño de los personajes es bastante genérico y la mayor parte de ellos, a excepción de Bulk y Miyabi, son básicamente el mismo cuerpo con distinta cabeza. Por otra parte, estos luchadores se mueven en escenarios poco inspirados y repetitivos que, sin embargo, aportan cierta ambientación de civilizaciones antiguas que le sienta muy bien.
Una cosa que nos gustaría destacar es la estupenda intro que tiene Raging Fighter. En ella se muestran los créditos del juego mientras de fondo salen las siluetas de los personajes ejecutando algunos movimientos. Esto, a nuestro entender, le da un aire sofisticado muy chulo.
En cuanto al sonido, Konami era de esas empresas que entendían muy bien el chip de Game Boy. Las melodías son estupendas y acompañan muy bien en cada combate. Por otro lado, de los efectos de sonido poco tenemos que decir. Game Boy nunca ha destacado en este apartado, por lo que solo diremos que son correctos, nada más.
En general, Raging Fighter se controla muy bien. Como decimos, los movimientos son fluidos y, por lo normal, los controles responden bien. La pega es que la implementación de las técnicas especiales no está muy bien hecha, por lo que cuesta mucho hacerlas, al igual que las «hitbox», que no son todo lo precisas que nos gustaría. Otro problema es que los movimientos de los luchadores son muy similares entre sí, dando la sensación de que visto uno, vistos todos. Pero bueno, el juego es entretenido y eso es lo que importa.
Que conste que esta reseña de Raging Fighter viene porque, en su momento, pude disfrutar del juego en la pantalla verdosa de mi Game Boy y me pareció todo un espectáculo. Visto de nuevo con el paso del tiempo y con otra perspectiva, diremos que es un juego correcto, con buenos gráficos pero con algunas carencias jugables. Si os gustan los juegos de lucha echadle una probadita, que no está nada mal.