Son ya unos cuantos años en los que se habla de un término llamado DLC bastante común hoy en día en los videojuegos. DLC significa «downloadable content», es decir, «contenido descargable», y muchas veces, cuando las compañías de videojuegos mencionan estas tres letras, nos echamos a temblar.
Básicamente, la idea del DLC es añadir contenido al juego. Nuevos personajes, nuevos mapas, nuevas historias, etc. Pero esto se está convirtiendo en un arma de doble filo hasta el punto que el juego que estamos comprando está incompleto, o sea, que si queremos tener el auténtico «juego completo» tenemos que pasar por caja de nuevo y adquirir los temidos DLCs.
No hablamos de esos gloriosos packs de expansión que comenzaron a proliferar en los ordenadores de los 90 y que nos ofrecían nuevo contenido a cascoporro. Hablamos de un puñado de mapas que valen 15€, de 4 trajes mal puestos para los personajes del juego por los que nos clavan 10€ o una historia completamente nueva que no dura ni una hora y por la que nos pueden cascar más de 20€. Y además, si queremos tener todo eso que está previsto lanzarse, podemos pagar por el «season pass» o «pase de temporada», que por más o menos lo mismo que vale el juego original (euro arriba, euro abajo) tendremos todo ese contenido, siempre y cuando a alguna lumbrera de turno no se le ocurra sacar contenido «fuera del pase de temporada».
Y luego está el tema de las ediciones esas de «juego del año», que nos ofrece tiempo después de aparecer el juego original y sus DLCs, un completo pack con todo incluido por el mismo precio que nos costó el juego de salida, y claro, alguno pensará algo así como «¿porqué no esperaría a comprar el juego hasta hoy?»
Que sí, que vale, que siempre está el tipo de turno que dice «si no te gusta no lo compres» y en parte tiene razón, pero es que últimamente con eso de que podemos descargar contenido de la «store» correspondiente, los juegos que salen al mercado salen capados, sin apenas contenido, con cuatro opciones de juego que dan para poco y con la mitad de contenido por aparecer.
¿Casos? Pues unos cuantos. Por ejemplo tenemos Star Wars Battlefront, juegaco de EA impresionante y plagado de acción que nos ofrece poco más que un modo historia irrisorio, cuatro mapas multijugador para paliar eso y poco más. Pero lo bueno viene con el «season pass» de marras, que por el «módico» precio de casi 50 euracos, tenemos más contenido disponible que el que trae de serie del propio juego. Y es que esto es algo que los anteriores Star Wars Battlefront de las ya vetustas PlayStation 2 y Xbox no «presumían», con contenido más que suficiente para una buena temporada.
Por otro lado hay otro caso también bastante sangrante, y ese es el caso de Street Fighter V, quinta parte del juego de lucha más conocido de la historia. Es un juego muy chulo, pero incompleto, algo que desgraciadamente a la Capcom de hoy en día se le da de rechupete y de lo que ya hablamos un poco en otro artículo sobre la compañía.
En el caso de Street Fighter V tenemos un juego orientado al online (mal empezamos) con fallos en los servidores (seguimos mal) y sin modo historia (¿¿¿cómo???), pero en Capcom dicen que esto último vendrá después y que molará mucho. Ya veremos.
Por otro lado el plantel de personajes y opciones para un sólo jugador es absolutamente de traca, algo que por mucho que digan que será gratis con expansiones que saldrán próximamente no me lo creo al venir de la compañía que te pide 3€ por nuevos trapetes para que Chun-Li esté más guapa.
En fin, que simplemente quería recalcar nuevamente que en los 90 comprabas el juego y se acabó, un juego completo porque el que pagabas entre 8.000 y 12.000 pelas y te duraba mucho tiempo, pero es que ahora los juegos valen más o menos lo mismo al cambio y hay que sumarles todos los DLCs que salen para que la experiencia sea más o menos plena. Con el paso del tiempo, si los juegos en formato físico siguen existiendo, pagaremos por la caja y el resto habrá que descargarlo de Internet.
*Imágenes extraídas de las webs de Electronic Arts y Capcom.
