En los años 80, Atari era un gigante empresarial que dominaba casi por completo el mercado de los videojuegos gracias principalmente a la Atari 2600. Sin embargo no todo era de color rosa pues la sombra de las consolas japonesas acechaba a la compañía, y esta sombra era muy alargada, y cuando principalmente Nintendo y Sega irrumpieron en el mercado, Atari tuvo que reeinventarse si no quería perder el trono.