A principios de los 90, con la llegada de las nuevas consolas de 16bit a nuestro país, se produjo cierta revolución en el mundo de los videojuegos. Las revistas especializadas no paraban de mostrarnos lo que nos perdíamos al otro lado del charco, es decir, un género tan poco conocido en España como los juegos de rol japoneses. Estupefactos, veíamos las novedades en Japón y cómo iban en dirección a Estados Unidos sin pasar por el Viejo Continente. Parecía imposible ver aquí grandes sagas como Final Fantasy o Dragon Quest y, efectivamente, así fue. Por suerte, esta situación comenzó a cambiar a mediados de la década de los 90 y algunos juegos del género desembarcaron en España, y por si fuera poco lo hicieron traducidos al castellano, cosa que se agradece en un tipo de juegos con tanto volumen de texto.